FICHA ARTÍSTICA

Violeta Alarcón, soprano

Mariya Melnychyn, contrata

Héctor Ruiz, tenor

Pau Armengol, bajo


Asunción Aguadé, primera bailarina (participación especial)
Ballet: Ton Puntí, Izan Campos, Dolça Gallego, Manuela Marcé
Ton Puntí, 
coreografía
Asunción Aguadé, 
coreografía de Lacrimosa


Jaume Villanueva, concepción escénica

Coro de Cámara del Auditorio Enric Granados


Orquesta de Cámara Terrassa 48

Xavier Puig, director

Quim Térmens, concertino


Recuperando la liturgia del recuerdo en el recuerdo, maestro de maestros, bailarín y coreógrafo fundamental, recordaba con orgullo Joan Magrinyà su debut con Le bourgeois gentilhomme de Moliere y Richard Strauss en el escenario del Palau, hace cerca de cien años, y el abrazo de esperanza que le hizo Pau Casals presentándolo al público de Barcelona.

Recordando el recuerdo de su recuerdo, en simétrica analogía: el debut del joven maestro Èric Varas —escogido en filarmónica comunión para dirigir este Réquiem— y la rentrée de Asunción Aguadé, la gran bailarina estrella del maestro (del desaparecido ballet del Liceu), son el sustantivo que conjura este concertante de músicos, cantantes y bailarines, in memoriam, recuperando la ancestral condición de liturgia ritual de difuntos con la que Mozart creó la sustancia de la resurrección.

La eternidad quizá radica en la transmisión del recuerdo del recuerdo en lo que se enseña —en lo que se aprende— en la transmisión del espíritu que es semilla de vida. La vida y la muerte, en el arte, tal vez, comparten un sentimiento similar, en una analogía constante de eternidad. Jaume Villanueva

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